El pterigión es un tejido carnoso que crece sobre la córnea (la capa transparente localizada al frente del ojo.) Puede permanecer pequeño, o crecer lo suficiente como para interferir con la visión. El pterigión ocurre comúnmente sobre la esquina interna del ojo, pero puede también aparecer en la externa. La causa precisa no es muy conocida, aunque el pterigión ocurre más frecuentemente en personas que pasan gran parte del tiempo al aire libre, especialmente en climas soleados. La exposición prolongada a la luz del sol, especialmente a los rayos ultravioleta (UV), y la irritación crónica debida a la sequedad y al polvo, parecen tener un papel importante en su desarrollo. Un ojo “seco” puede contribuir a la formación del pterigión.
Cuando un pterigión se torna rojo e irritado, gotas para los ojos o ungüentos pueden ayudar a reducir la inflamación. Si el pterigión es lo suficientemente grande como para afectar la visión o crece muy rápidamente, puede ser removido por medio de cirugía.
Aún después de ser removido quirúrgicamente, el pterigión puede volver a crecer, particularmente entre gente joven. El uso de anteojos de sol para proteger los ojos de la luz ultravioleta, y el evitar condiciones ambientales secas y polvorientas, al igual que el uso de lágrimas artificiales puede ser de gran ayuda.
La pinguécula es un parche o abultamiento amarillento en la parte blanca del ojo, presente más frecuentemente en la parte más cercana a la nariz. No es un tumor, pero sí una alteración del tejido normal como resultado de la acumulación de depósitos de proteína y grasa. A diferencia del pterigión, la pinguécula no crece sobre la córnea. Puede ser causada por la irritación crónica o la luz solar. El tratamiento no es necesario, a no ser que ocurra inflamación. La pinguécula no crece sobre la córnea, ni afecta la visión. Si se convierte en una molestia o inflamacion, puede ser—en raras ocasiones—removida quirúrgicamente.
(c) 2007 The American Academy of Ophthalmology