Los bebés nacen con una visión baja pero pueden ver caras a corta distancia, inclusive en el cuarto de recién nacidos en el hospital. Aproximádamente a las seis semanas de nacido, un bebé puede fijar la mirada en un objeto (como una cara, por ejemplo) y mantener contacto visual directo. En uno o dos años, su visión se desarrolla rápidamente; por medio de algunas técnicas, se han registrado casos de visión 20/20 a los dos y tres años de edad.
Los padres deben estar alertas con respecto a las señales de visión baja en el bebé. Si un ojo se desvía o se cruza, este ojo puede no ver tan bien como el otro. Si el bebé no pone interés en caras o juguetes apropiados para su edad, o sus ojos giran sin control o se mueven de arriba hacia abajo (condición llamada nistagma), debe sospecharse un nivel bajo de visión. Otras señales que se deben tener en cuenta son la inclinación de la cabeza y el parpadeo excesivo. Los bebés tienden a compensar su baja visión en lugar de quejarse de ella.
Si un bebé necesita anteojos, la prescripción puede determinarse con bastante precisión dilatando la pupila y analizando la luz reflejada dentro de ella desde la parte posterior del ojo.
La visión de un bebé también puede ser examinada en un laboratorio de investigación, registrando las ondas del cerebro mientras el niño mira líneas o a una pantalla de televisión. El examen es llamado evocación del potencial visual (EPV). Otro examen, llamado “mirada preferencial” o “tarjetas de llamada de acuidad” utiliza tarjetas con líneas para atraer la atención del niño. En ambos exámenes, a medida que las líneas se vuelven más pequeñas y más cercanas entre si, son más difíciles de ver y el nivel visual de acuidad puede determinarse.
(c) 2007 The American Academy of Ophthalmology